jueves, 28 de octubre de 2010

El primer videojuego

El primer videojuego de la historia se le ocurrió al físico norteamericano William Higinbotham en 1958. Como muchas otras figuras destacadas de la historia de la informática Higinbotham participó en el proyecto Manhattan, proyecto secreto en el que se desarrolló la bomba atómica. También, como muchos de los investigadores de este proyecto, después de comprobar las consecuencias de la bomba se convirtió en un declarado activista anti nuclear.

Para desarrollar el juego, que denominó Tennis for Two, conectó una computadora a un osciloscopio. En él aparecía una línea horizontal que representaba el suelo del campo y una pequeña linea vertical que representaba la red. El juego permitía seleccionar el largo del campo, la altura de la red y el lado de cada jugador. Los jugadores disponían de un pulsador para golpear la pelota y de un mando analógico para seleccionar el ángulo de lanzamiento.



Pesé a lo primitivo que era el juego, disponía de un sistema de amplificadores y relés que detectaban cuando la pelota tocaba el suelo y se cambiaba su trayectoria para que pareciese que botaba. También se detectaba si la pelota había chocado o tocado la red y se reducía la velocidad de ésta.

Higinbotham ni patentó, ni comercializó esta idea pese a la expectación que creó las pocas veces que fue mostrado al público. El juego fue comercializado por Atari bajo el nombre de PONG, pero no era exactamente igual ya que la perspectiva del juego era aérea en vez de la lateral y se perdía el recurso de la red. Quizá si Higinbotham hubiese comercializado la idea ahora sería uno de los hombres más ricos del mundo.


Existe controversia sobre si este fue el primer videojuego, aunque no cabe duda de que fue el primer juego con vídeo de animación.

domingo, 17 de octubre de 2010

Tarjetas perforadas

Las tarjetas perforadas fueron los primeros mecanismos que se utilizaron para introducir programas en los computadores electrónicos. Normalmente se basaban en código binario.

Pese a lo que pueda parecer las tarjetas perforadas no se idearon específicamente para los computadores. Éstas habían sido ya usadas con éxito en los telares para introducir complejos patrones de diseño de una manera muy sencilla. El francés Joseph Marie Jacquard las usó con éxito en el telar mecánico que ideó en 1801 basándose en telares previos del siglo XVII que también las utilizaban.


Una de las primeras personas que utilizó tarjetas perforadas para introducir datos a un computador fue el estadounidense Herman Hollerith. Hollerith se encargó de realizar el censo de 1890 de los Estados Unidos de América y para ello se sirvió de la máquina tabuladora mecánica que él mismo había inventado.



Hollerith fundó la empresa Tabulating Machine Company, que tras varias fusiones y cambios de nombre se convirtió en la actual IBM.

Las tarjetas perforadas fueron perdiendo utilidad a medida que apetecieron nuevos mecanismos de almacenamiento magnéticos u ópticos. Aunque un CD no dista mucho de la idea de la tarjeta perforada aunque en una escala mucho más pequeña y con dispositivos de lectura mucho más rápidos.

jueves, 7 de octubre de 2010

El hueso de Ishango

Muchos nos preguntamos desde cuándo el ser humano ha tenido la necesidad de utilizar mecanismos que le permitiesen realizar operaciones matemáticas. Suele fijarse como hito para separar la historia de la informática de la prehistoria de la informática la aparición del primer ordenador electrónico. En esta prehistoria informática abundan las máquinas de cálculo basadas en engranajes y mucho antes los ábacos.

Pero la entrada de hoy versa sobre un mecanismo con más de 20.000 años de antigüedad. El hueso de Ishango es un fémur de babuino que se encontró en una zona de África conocida como Ishango, una zona cercana al lago Eduardo y al nacimiento del Nilo. La civilización que usó este hueso probablemente quedó sepultada por un volcán.

Actualmente se exhibe en el Real Instituto Belga de Ciencias Naturales (Bruselas, Bélgica). El hueso mide un 10 cm y tiene una incrustación de cuarzo en uno de sus extremos. Observando el hueso longitudinalmente se puede ver que tiene una serie de muescas agrupadas en tres columnas.



A priori, se pensó que la utilidad de este hueso era el conteo, pero investigaciones posteriores han dado luz a teorías muchos más interesantes.

En la columna del medio se puede ver que hay 3 muescas juntas seguidas por 6, justo el doble, esta operación se repite para el número 4 y su doble 8. A continuación hay 10 muescas seguidas de 5, justo la mitad. Esto ha hecho pensar a muchos científicos que los autores del hueso conocían la multiplicación y la división por dos de números simples.

Los números de la columna de la izquierda corresponden con los números primos comprendidos entre el 10 y el 20. En la columna de la derecha aparecen los números 10-1 y 10+1 y 20-1 y 20+1. Además todos los números en ambas columnas son números impares.

Si se suman las muescas de las columnas laterales se obtiene el número 60 en ambas y se se repite esta operación para la columna central se obtiene el número 48. 60 y 48 son múltiplos de 12.

Que en un mismo sistema de conteo aparezcan dobles y mitades, números impares y primos agrupados y múltiplos de 12, un número muy usado a lo largo de la historia, ha hecho pensar que quizá esta sociedad tuviese conocimientos matemáticos que iban más allá del conteo.

Otros estudios apuntan a que las marcas pueden corresponder a un calendario lunar para seis meses o incluso que fue usado por una mujer intentado asociar su ciclo lunar con su ciclo menstrual.

Pese a que no dejan de ser teorías, me parece muy interesante la existencia de este hueso, puesto que hace pensar que ya en el paleolítico había gente que intentaba manejar los números mediante algún tipo de mecanismo.